Un simple te quiero

El poder de un «te quiero» sincero es, quizás, la herramienta mas poderosa de la que nos hemos dotado los seres humanos, y si no, pensad en la cantidad de cosas que se pueden hacer con ella:

  • Sirve para abrir la llave de los corazones.
  • Nos genera un subidón, tanto al que lo recibe como al que lo dice.
  • Es contagioso, y en algunas ocasiones se convierte en un sentimiento boomerang.
  • Produce una conexión emocional.
  • Ayuda a disminuir la distancia interpersonal.
  • Mejora la inteligencia…emocional.

Lamentablemente en los tiempos que corren nos hemos olvidado de decirlo mas asiduamente a nuestros seres queridos. Estamos tan enfrascados en una rutina del estrés y de hacerlo todo rápido que nos olvidamos de las pequeñas cosas de los sentimientos.

A propósito de ello, me viene a la cabeza una conversación con una persona muy querida y que en un momento dado, ya sea por una desconexión, ya por un malentendido no dialogado, estuvo a punto de quebrar el inmenso cariño que nos tenemos. Os la trascribo, quizás pueda haceros recapacitar a alguno:

YO: «El ser humano, aunque no lo creas, es muy frágil, y la linea entre estar aquí y no estar es finísima. Tras el ultimo ataque a un instituto en estados unidos, donde murieron 17 jóvenes, un padre de una de las victimas salio hablando en la televisión. Dijo que una de las cosas que mas sentía es no haberle dicho a su hija esa mañana que la quería,  ya nunca podrá volver a decírselo.
Ademas de ello, el ser humano se crea guerras estúpidas, unas por orgullo, otras por creerse en posesión de la verdad absoluta, y la realidad es que hay tantas opiniones como pensamientos tenemos.
Así que sólo te voy a decir 2 cosas: La primera es que te quiero. La segunda que hagas lo que te dicte el corazón

La respuesta fue escueta y preciosa: Papá, de verdad, te quiero».

Creo que no hace falta que os cuente nada más, solo os queda recapacitar a aquellos que os cuesta decir un simple «te quiero».

El piojo verde

No, no os habéis equivocado de blog, aunque el título pueda confundiros, y no, tampoco os voy a hablar de ese pequeño animal que se posa en las cabezas de nuestros hijos cada comienzo de curso, aunque el título pueda parecer que si. Hoy os voy a hablar de AMISTAD, así, con mayúsculas.

Seguro que en más de una ocasión habéis escuchado la expresión, «eres mas raro que un piojo verde» que sirve para recalcar que las cosas que haces se salen de lo convencional. Esa frase la escuché hace escasas horas dichas por mi mejor amiga, o, a decir verdad, no se si fui yo quien se lo dijo a ella. Lo cierto es que estábamos hablando de proyectos personales, de crear, de ayudar, en definitiva, un bombardeo de ideas, cada cual mas curiosa, cuando el «piojo verde» vino a definirnos como dos bichos raros que piensan de forma diferente a lo que, en teoría, deberíamos pensar. El » insecto verde» pasó a ocupar la conversación, primero de forma jocosa, después como parte del proyecto (finalmente desestimado por el poco glamour).

A lo largo del día el minúsculo animal me acompañó en forma de pensamiento, riéndome cada vez que veía la cara de mi amiga tronchándose de risa por lo peculiar de la situación. Ese pensamiento derivó en analizar lo que significa una amistad verdadera y así, divagando, llegué a las siguientes conclusiones:

  • La amistad verdadera no censura nuestras propias ideas, establece una atmósfera donde podemos dar rienda suelta a nuestra creatividad mas loca. Ello no significa que no sea capaz de decirnos lo que piensa, aunque sea diferente a nuestras propias ideas.
  • Referente a lo anterior, la AV hace una escucha activa de aquello que decimos, nos escucha con el corazón.
  • Al no cuestionar, es capaz de sacar nuestro verdadero yo.
  • Te demuestra que siempre está ahí para lo que puedas necesitar.
  • Es capaz de mirarte y analizarte hasta la médula, haciendo una radiografía de tus emociones y sentimientos.
  • En ocasiones, no hace falta hablar, solo sentir. Un verdadero amigo es capaz de tocarte el corazón desde el otro lado del mundo.

Decía Aristóteles: «la amistad es un alma que habita entre dos cuerpos». Que razón tenía.

En estos momentos, donde la amistad se valora con la cantidad de seguidores que tienes en facebook, os invito a que penséis en ese amigo incondicional, el primero que os venga a la mente, y seáis capaces de decirle lo importante que es para vosotros. Las verdaderas amistades son un tesoro que hay que cuidar.

El vuelo de la gaviota

Supongo que el título os sorprenderá, pero os lo puedo explicar.

Entre mis grandes pasiones, está la fotografía, que intento vivir siempre que puedo, esto es, muy a menudo. Pues bien, ahora me ha dado por fotografiar aves, y en el lugar donde vivo, Palma de Mallorca, rodeado de mar, imaginad que ave es la que más abunda. Pues para los que hayáis pensado en la gaviota, habéis acertado.

Realmente no es un ave entrañable, como puede ser un flamenco, ni tampoco muy querida. En mi tierra natal, Galicia, es incluso considerada un problema para las ciudades. Pero bueno, a lo que voy, estando, como os digo, intentando fotografiar estas aves (sin mucho éxito), cuando me ha venido a la mente el nombre de Juan Salvador…Gaviota.

Para los que no lo conozcáis,  este es el título de un libro escrito por Richard Bach y trata sobre una gaviota que se salta todos los convencionalismos a los que estaba predispuesta por pertenecer a este tipo de ave marina, esto es, la pesca.

Pues no, a Juan Salvador la pesca no le importaba en demasía, por contra, su yo interior le pedía hacer acrobacias volando, algo impensable para sus congéneres, por lo que llegaron a marginarla y a expulsarla del grupo al que pertenecía.

Podéis imaginar que ser expulsado de aquello a lo que crees pertenecer debe ser un momento de incertidumbre importante, en ese momento afloran todos los miedos y la necesidad de volver a integrarte en el grupo es tan grande que incluso piensas en dejar de escuchar a tu propio yo y seguir el camino marcado por la mayoría. ¿Os suena esto?

Pues bien, Juan Salvador volvió a escuchar su voz interior, y por lo tanto, fue expulsada definitivamente. Voló sola y se arriesgó cada vez más en su búsqueda interior, en realizar cada vez más piruetas y con mayor dificultad. Esta soledad duró hasta que se encontró con dos o tres gaviotas más, con sus mismas  inquietudes, en ese momento los vuelos en soledad se convirtieron en vuelos con su tribu, aquella que se crea a partir de los «marginados» de una sociedad que dicta como has de ser, que es lo que has de sentir y en cierto modo, como has de vivir.

La paradoja llega cuando esa tribu es admirada y vista como fruto de deseo por una amplia mayoría de la sociedad global, y que ,o no han sido capaces o no han sabido, escuchar su propia voz interior.

Esto que has leído ¿Te puede hacer reflexionar sobre tu propia voz interior y sobre la necesidad aparente de pertenencia a un grupo que no respeta quien eres realmente? A mi personalmente si, por eso, busco mi tribu.

Mi momento creativo

Este que escribe, es un apasionado del aprendizaje empírico, aquel que proviene de la experiencia y de la observación, y llevo un tiempo analizándome en diferentes situaciones, como una forma de toma de conciencia personal y al mismo tiempo de desarrollo emocional.

Pues bien, al grano, cada mañana salgo a hacer deporte, ya sea a correr o en bicicleta, y a eso de los 10 minutos de actividad comienza lo que yo denomino «mi momento creativo», que es aquel donde surge la chispa y la mente comienza a desbordar de ideas y pensamientos. No es sobre algo concreto, cada día surge un tema diferente, pero, en los 40 minutos que dura mi ejercicio, mi cerebro parece el de un modesto «Einstein» (salvando las distancias).

Como ya os había comentado al principio, me gusta el aprendizaje por observación, así que he probado a hacer deporte a otras horas del día, y  todas ellas, con idéntico resultado. He llegado a la conclusión que mi momento creativo ocurre cuando hago una actividad física, siempre en solitario y en especial cuando estas actividades las hago al aire libre.

Partiendo de ese punto, mi momento creativo va unido a la actividad física, analicé que ocurre cuando estoy estudiando alguna cosa y en un momento dado, me siento saturado. Anteriormente lo dejaba por unos minutos, para volver posteriormente al mismo punto. Si, había relajado mi mente, pero no había alcanzado mi estado creativo. Así que decidí ir más lejos, antes de ir a correr, me propuse leer alguna cosa que me pareciese interesante. Los resultados me parecieron asombrosos, con una puntualidad británica, a los 10 minutos mi mente analiza y saca mas conclusiones sobre lo leído, a la vez que está mas preparada para imaginar y crear.

En esos momentos de «extrema lucidez», llego a la casi necesidad de escribir todo aquello que mi mente rebosa y tan pronto estoy entrando por la puerta de mi casa, voy rápidamente a la pizarra de mi despacho y escribo las cuatro ideas importantes y que posteriormente pueda relacionar con todo aquello que se me ha ocurrido. Otras veces, es tal el deseo de escribir que, me siento delante del ordenador (como es el día de hoy) y comienzo a darle a las teclas hasta vaciar mis ideas en un documento, que posteriormente pueda volver a leer y releer y poder darle forma.

Es  de esta forma que he llegado a entender que mi proceso creativo ha de pasar por diferentes fases:

  • La preparación: aquella con la que nutro mi cerebro de material con el que mis ideas van a a trabajar. Ya puede ser algo leído, algo observado…
  • La incubación: donde las ideas vagan libremente y se comienzan a generar conexiones entre ellas.
  • La chispa: de todas las conexiones entre ideas, surge la iluminación, aquello que me hace vibrar con solo pensarlo. En mi caso ocurre, como ya os había adelantado, haciendo actividad física.
  • El análisis: cuando logro escribir la «genial idea» y puedo profundizar sobre ella.
  • La última sería la fase de ejecución: esta entrada es la última fase del momento chispa de la carrera de esta mañana.

Como conclusión, os invito a que cada uno de vosotros encuentre su «momento creativo» y a que experimente con él. Imaginad que sabéis como hacer para que surja la idea, eso os dará una herramienta eficaz a la hora de abordar muchos proyectos. Lo peor que os puede pasar es que tengáis que poneros las zapatillas de deporte (si vuestro momento es igual que el mío), pera esa, es otra historia